Aranceles: ¿estrategia económica o ejercicio de poder?

Foto: Chip Somodevilla/Getty Images

La administración de Donald Trump ha reavivado más que nunca el uso de aranceles como herramienta de política exterior, imponiendo medidas sobre acero, aluminio, entre otros productos; bajo el argumento de proteger la seguridad nacional y corregir desequilibrios comerciales. ¿Pero fueron realmente una estrategia económica o un ejercicio de poder?

Desde una perspectiva económica clásica, los aranceles buscan proteger industrias nacionales frente a la competencia externa. Son un instrumento legítimo, aunque cuestionado, para fomentar el desarrollo interno o equilibrar balanzas comerciales. Sin embargo, cuando se aplican de forma abrupta, unilateral y sin base técnica clara, su impacto puede ser más político que económico.

Los aranceles de Trump a China, por ejemplo, desataron una guerra comercial que afectó no solo a las cadenas de suministro globales, sino también a consumidores y empresas estadounidenses. En lugar de fortalecer la industria nacional, muchos sectores se enfrentaron a precios más altos, represalias y mayor incertidumbre.

Esto nos lleva a una pregunta clave: ¿los aranceles se usaron como escudo económico o como símbolo de autoridad? En la era Trump, parecieron más una herramienta de presión geopolítica que una medida basada en criterios económicos sólidos. Más que proteger, castigan. Más que negociar, imponen.

Hoy, mientras el mundo intenta reconstruir un comercio más justo y resiliente, vale la pena repensar los aranceles no solo como tarifas, sino como discursos de poder. Porque en el comercio internacional, tan importante como lo que se compra o vende, es quién define las reglas del juego.

Y tú ¿qué opinas? Te leo.